San Sebastián, a 14 de febrero de 2016
Redacción para la clase de lengua, por Paul Rodríguez.
Llevo todo el día fuera de casa. Me he tenido que levantar pronto para ir al cole y he estado escribiendo, leyendo, sumando, restando… en fin, haciendo cosas. He jugado, pero poco rato. El recreo se termina enseguida. Además, tiene un timbre horroroso que me da desde rabia hasta tristeza. Debe tener los mismos años que mi abuela Concha.
A veces no entiendo las cosas de adultos porque hay mucha tecnología, o eso dicen, pero en vez de poner música, tenemos el mismo timbre que cuando mi madre iba a clase.
Bueno, sigo.
Hoy he comido en el cole así que he podido estar un poco más con mis amigos. Pero de nuevo ha tocado el timbre y hemos hecho inglés y plástica hasta que ¡por fin ha llegado la hora de ir a casa, qué ganas!
Ganas de descalzarme, de jugar con mis cosas, de tumbarme en el sofá, de merendar, de estar con mi hermano, de hablar con mis padres, pero sobre todo, de ser niño. Pero aún no he podido hacer nada de eso, porque tengo deberes. Y además, hoy tenía entrenamiento después de clase.
Creo que las prioridades las ponen los adultos porque si las tuviera que elegir yo, primero estaría ocupado siendo niño. Pensaría alguna forma para tener un poco más de tiempo para jugar con mis padres, mi hermano y mis amigos. No miraría tanto al reloj, me aburre, y buscaría una forma en la que en el cole enseñasen a ser feliz. Eso lo pongo porque siempre lo dice mi abuelo Miguel.
En casa hablamos de eso, de que las emociones son importantes, pero tengo amigos que no hablan esas cosas con sus padres, y no quiero que se lo pierdan.
Ah, también quiero aprender a cambiar una persiana para poderle ayudar a mi padre, y arreglar un pinchazo, y… ¡coser un botón!. ¡Quiero aprenderlo todo! Para ser “de provecho”, que aún no se bien qué significa pero debe ser importante porque mi madre lo dice siempre.
Sé que me daría tiempo a aprender a sumar, restar, leer y escribir, y todas esas cosas, porque el día habría sido mucho más divertido para mí, y no me supondría tanto esfuerzo. Ah, y pondría más horas de gimnasia.
Ponme buena nota por favor, que el sábado es el cumpleaños de mi primo Sergio y así tendré que hacer menos deberes.
Muchas veces se escucha “parece que somos los padres los que tenemos deberes”. Y lleva una parte de razón, pues uno de los “deberes” de los padres, es apoyar a nuestros hijos en su vida académica. Esto puede hacerse reforzando ante nuestros hijos la labor del profesorado, ya que de ese modo, entenderán que los docentes cuentan con nuestro respaldo y que compartimos con ellos la opinión de que aprender en el colegio, es importante.
No siempre todo lo que los profesores hacen, nos agrada, pero si ante nuestros hijos utilizamos frases como: “no me parece bien que os mande tantos deberes”, “me parece una pasada que hable así” o verbalizaciones similares, estamos transmitiendo una credibilidad y autoridad dudosa de los docentes, lo que da pie a no valorar de forma adecuada lo que estos les trasladan.
Siempre que nuestros hijos nos cuenten una situación normalizada que ha sucedido en el colegio, es preferible, ser cautos intentando empatizar con los motivos que han llevado al profesor a actuar de ese modo. Es conveniente buscar un equilibrio en nuestras actuaciones y respuestas para que nuestros hijos se sientan escuchados y entendidos pero respetando la labor del profesorado.
Otra de las quejas habituales en muchos padres, viene motivada por la cantidad de deberes que tienen nuestros hijos. Es curioso, que haya quienes se quejen por exceso, y quienes lo hagan por defecto, pero en cualquier caso, el volumen de deberes, depende del método del centro escolar y del profesorado, ya que de unos a otros colegios puede llegar a haber grandes diferencias.
En ocasiones, no se tiene en cuenta, que la percepción de los padres sobre “mucho o poco”, puede no coincidir. Esto se debe a que no todos los niños requieren el mismo tiempo para hacerlos. Un niño, puede necesitar 10 minutos para hacer una ficha de matemáticas, mientras que otro niño que tenga mayor dificultad en ese área, puede requerir cuarenta minutos para hacerla. Por tanto, ante una misma tarea, lo que marca la diferencia, es la capacidad y habilidad de nuestros hijos para concentrarse, entender y hacer sus deberes así como el clima que creemos en casa para favorecer o no la actividad.
Si reflexionamos sobre ello, nos será más sencillo comprender que nuestro refuerzo, apoyo y respaldo es importante y necesario para que nuestros hijos sientan motivación por hacer sus deberes. Una buena forma de ayudarles, es ser “solidarios” con ellos mientras los realizan. Decirles “vete a hacer los deberes”, mientras nosotros ocupamos ese tiempo en ver la televisión o en “jugar” con el móvil, les crea distractores innecesarios e interferencias además de enviarles un mensaje de que son los únicos que están “trabajando” mientras los demás están de ocio, y aún no tienen la madurez adecuada para entender este concepto.
Es preferible acompañarles, creando un ambiente despejado, preferentemente con luz natural y alejados de espacios de juego o distractores. También es positivo integrar en la dinámica música que facilite el estudio y permanecer a su lado, haciéndoles saber que si tienen dudas, estamos en disposición de ayudarles. Una buena forma de dar un ejemplo adecuado, es ocupar ese tiempo en hacer una tarea similar como leer un libro. Es una manera de mejorar su autoestima y de que entiendan que es un momento que se reserva para hacer alguna actividad que favorezca la estimulación cognitiva.
Si decides estar junto a él para que entienda que valoras lo que hace, y que te interesas por ello, no le castigues y utiliza un lenguaje que no le dañe . Evita frases como “¡¿No lo entiendes?!”, “te lo he explicado tres veces, ¿cuál es el problema?”, “lo estás haciendo mal” y sustitúyelas por aquellas que lleven connotaciones positivas tales como “puedes hacerlo”, “estoy orgullosa de ti”, “lo vas a hacer bien”, o “es normal que a veces no salga bien a la primera”.
Es conveniente que aunque no tengan deberes escolares, lean o hagan alguna actividad relacionada. De ese modo, estaremos incluyendo en nuestras rutinas diarias un tiempo para esas labores, de forma que interioricen que es así, y tener que sentarse a hacer los deberes no sea motivo de conflicto.
¿Cómo empiezo? Conviene iniciar la rutina cuando tienen alrededor de cinco años, de forma que vayan entendiendo que después de salir del colegio, se reserva un espacio de tiempo para contar cuentos, leer o hacer un puzzle. Hay quien podrá pensar que no es necesario, porque realmente es así, pero el hecho de empezar poco a poco para ir aumentando el tiempo y la dificultad de la actividad, favorecerá, que cuando empiecen los deberes escolares, sea más receptivo y entienda mejor el proceso.
Hay ocasiones en que los deberes, son motivo de conflicto en la familia, y afectan a la relación entre padres e hijos. No siempre es fácil separar un malentendido a la hora de hacer los deberes con el resto de las actividades cotidianas familiares. Si ese es tu caso, es preferible delegar en un profesor particular que perturbar de forma constante la relación y el clima familiar.
Los niños necesitan jugar. No importa tanto a qué ni dónde, pero el juego es aprendizaje, es una forma de exteriorizar lo que sienten, de interiorizar normas, de entender procesos, de relacionarse, de evadirse, de relajarse… de ser niños. Reservar cada día un tiempo específico para hacer deberes es bueno, pero jugar es necesario, no lo olvides. Déjale ser niño.
¿Y tú? ¿Cómo te organizas con los deberes?
13 comentarios
Pues yo estoy harta de que le manden deberes. Parece que son para nosotros. Por lo demás me gusta el articulo y lo comparto pro ya. Es importante apoyar a los profesores.
Hola Alazne!!
La verdad es que aunque los deberes son para los niños, condicionan el tiempo en casa, por lo que a veces los padres, podemos tener la sensación que comentas. Gracias por tu comentario y por compartirlo, un abrazo!!
Para mí los deberes son una intromisión en la vida familiar, ya que nos quita tiempo para aprender otro tipo de cosas.
Un profesor no aceptaría que yo le metiera en la mochila a mi hija ropa para doblar en clase, para que cogiera el hábito de hacerlo por las mañanas.
Hola Vanessa!!
Hay muchas personas que tienen esa percepción. Quizás la cuestión está en el tiempo que hay que dedicar a hacerlos. Muchas gracias por tu comentario, un abrazo!!
Yo todavía no he llegado a esa etapa pero estoy decidida a que mis hijos no hagan los deberes que les manden, previa explicación a los maestros implicados.
Si en el colegio no juegan, lo tendrán que hacer después, no? Así que, cuando lleguen a casa que jueguen: con puzzles, con construcciones o con instrumentos, potenciando la creatividad que no potencian desde el colegio.
Y por supuesto, leer mucho para desarrollar un pensamiento crítico, que haciendo las mismas fichas que en el colegio, no potenciarán.
Debemos apoyar a los maestros, sí, pero también es nuestro deber mostrarles que la educación debe cambiar para mejorar y que hay otros métodos educativos posibles que ayudarán a las generaciones posteriores.
Saludos.
Hola Alía!!
Es una decisión personal y valiente, porque probablemente el resto de los niños lleven otra dinámica. Pero si que es cierto que en general, tienen pocas horas de juego, y a veces se nos “olvida” que es la mayor forma de aprendizaje. Poco a poco se van viendo cambios pero no tan rápido como nos gustaría. Un abrazo y gracias por dejarnos este comentario tan interesante!!
Pues muchas gracias por la información aportada en el post. Aún estamos en clase de 5 años y 3 años, les mandan un libro y un folio para que “si quieren” hagan un dibujo que tenga relación con el cuento, pero aunque los cuentos los solemos leer, el dibujo no encuentran un tiempo para dibujar…Lo que les gusta es jugar, jugar y jugar, parece que no les dan las horas, hasta le estoy eliminando el tiempo de ver dibujos animados por el hecho de que una vez apagamos pantallas, pues necesitan jugar!!
Los de nuestra generación nos hemos pasado la vida haciendo deberes (si lo pienso me caigo del susto) y a veces pienso de que me ha valido hacer mil ejercicios de mates o lengua si ya lo he olvidado! Pero no he olvidado a valerme por mi misma y aprender lo que sea y hacerlo aprovechando al máximo mi tiempo y eso me lo ha dado la vida en sí.
Hola Marta!!
Algunos centros escolares, utilizan ya un método de aprendizaje a través del juego. Qué bonito sería poder cuidar las emociones de los niños de esa forma. Confiemos en que todo llegue. Un abrazo!!
El mío aún no tiene deberes jejejeje. Pero tengo claro que son necesarios, aunque como comentas…en su justa medida. Cual es esa medida justa, es difícil saberlo ahora, cuando llegue el momento imagino que lo sabré jaja.Lo que si tengo claro es que primero jugará y luego hará los deberes, no al revés 😉
Hola Sra. Jumbo!!
Como bien dices, es algo que no resulta sencillo valorar con antelación. Todo llegará. Un abrazo y gracias por pasarte por aquí!!
Yo estoy absoluta y rotundamente en contra de los deberes. Os dejo un enlace en la que un profesor explica el daño que hacen los deberes. http://mamanocierraporvacaciones.com/2016/01/16/lo-que-los-deberes-han-conseguido-del-blog-todoeldiaconectados/
Si con todas las horas que los niños pasan en el colegio aún necesitan más horas para que aprendan, entonces hace falta un poco de autocrítica por parte del sistema educativo. Yo llevo a mi hija a un colegio de educación activa donde trabajan por proyectos, aprenden jugando, y os puedo asegurar que funciona. Además de aprender muchísimo más que en la escuela convencional, los niños se divierten y están felices de ir a la que algunos llaman ” la no escuela”.
Hola!!
Ese tipo de métodos suelen funcionar y es cierto que los niños suelen ir contentos, porque no tienen una sensación de “carga” de estudio. Muchas gracias por tu aportación, un saludo!!