¿Tu hijo no entiende la ironía o las bromas? Averigua por qué


-Mamá, ¿por qué mi tío me dice esas cosas?

-¿A qué cosas te refieres cariño?

-Pues a cuando me dice por ejemplo: “¡fea más que fea!” o “mira qué tienes cara de mala”. O a cuando me llama “enana”. Esas cosas mamá. Dice que me quiere mucho, y me da besos, y juega conmigo… pero me dices siempre esas cosas. ¿Tú sabes por qué?

-Te las dice así, pero en realidad quiere decir lo contrario. 

-Y ¿a tí te parece bien que hable “al revés” sin avisar que está jugando a eso? ¿No crees que deberíamos decirle que para jugar al “mundo al revés” hay que avisar y preguntar si quiero jugar?

 

El sentido del humor infantil no es algo que se desarrolle de repente, si no que requiere un proceso y unas etapas de modo que cada niño lleva su propio ritmo. Utilizar la ironía con ellos, no siempre es adecuado, ya que se corre el riesgo de que no entiendan el mensaje que queremos transmitirles.

¿Cuándo utilizar la ironía?

La ironía no se desarrolla de forma repentina, si no que se va captando, absorbiendo e interiorizando antes de poder comprenderla y ponerla en práctica. Como norma general, nunca estaría aconsejada en niños menores de 4 años, y a partir de esa edad, habría que ir usándola con precaución y de forma gradual durante otros 4 o 5 años más aproximadamente.

¿Todo vale si es con ironía?

Hay límites que no debiéramos cruzar, pues con ironía o no, pueden dañar la autoestima y autoconcepto de nuestros hijos. Si como adultos no nos gusta que alguien nos diga “hola, qué feo eres”, a pesar de que tenemos herramientas suficientes para poder aislar los comentarios negativos de forma que no nos hagan daño, deberíamos dar por hecho, que no son formas de hablar adecuadas para nuestros hijos.

¿Qué es la ironía positiva?

La ironía positiva implica referirse a cosas que nos hagan sonreír, como por ejemplo si un niño nos pregunta si sabemos bailar, y muy serios le decimos que sí, que se nos da muy bien, y empezamos a hacer un baile en el que evidentemente, se dará cuenta que no es así. O si nuestro hijo nos pregunta si somos capaces de levantar un coche con las manos y le contestamos que sí haciéndole la demostración. Ambos casos, son claros ejemplos de ironía, que provocarán una sonrisa tanto en quien la hace como en quien la recibe creando un nexo de unión sano entre ambos y un refuerzo del vínculo existente.

Pretender utilizar la ironía para describir a un niño llamándole “feo”, “malo” o “cochino” es algo que no se debe hacer si queremos cuidar su bienestar emocional. En primer lugar, porque no podemos asegurar que vaya a entender el sentido del comentario, lo que implica un riesgo emocional innecesario, y en segundo lugar, porque es una forma de hablar que no provoca una sonrisa natural y relajada, si no forzada, por complacer.

El cerebro almacena y graba el “eres” con “tinta” profunda, por lo que si pretendes ironizar con un niño, ten en cuenta que siempre es mejor transmitir “eres grande“, aunque para ello tengas que obviar la ironía, que un mensaje irónico poco adecuado como “eres pequeño” con el que dejamos al niño expuesto antes mensajes que nos acompañarán toda la vida.

Si tienes un conocido que regala a tu hijo “piropos” como “qué gordo eres”, cuando en realidad quiere decir lo contrario, no lo tomes a broma y sonrías. No tiene gracia porque no hay forma de saber el impacto a largo plazo de este tipo de comentarios que pueden quedar latentes en el cerebro del niño contribuyendo a desencadenar un posible trastorno alimentario en la adolescencia.

Cada detalle cuenta.

Cuida lo que dices, cuida lo que haces y estarás cuidando lo que transmites.

 

 

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3 comentarios

  1. Pues a mi con los niños no me gusta usar el sarcasmo ni la ironía. hablo de niños como el mío, de casi 4 años. Los pobres no lo pillan, y casi siempre acaba en enfado. Quizás algo más grande ya si, pero por ahora procuro no hacerlo y las dejo para el padre.

    1. Hola Sra. Jumbo!!
      Qué bueno verte por aquí!! Efectivamente, “no lo pillan” porque hay una edad para todo, y con cuatro años, la ironía… aún está por descubrir. Un abrazo y gracias por tu comentario!!

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