Hoy he tenido el privilegio de compartir impresiones con Elena Pintado, una profesional que trabaja las emociones desde el aula, y que merece la pena leer cómo lo hace:
Hola Elena, cuéntanos algo de ti.
Nací y vivo en Mallorca, estoy felizmente casada y tengo 2 hijos, una niña de 12 años y un niño de 4. Soy maestra de educación primaria, con la especialidad musical, y llevo ejerciendo en las aulas desde los 21 años, cuando aprobé las oposiciones. En estos 17 años de experiencia he sido tutora de diferentes niveles de primaria, he impartido la materia de música en todos los cursos de las etapas de infantil y primaria, he dado clases de apoyo y he desempeñado tareas de función directiva, primero como secretaria y después como directora. También soy profesora de piano y musicoterapeuta, y actualmente estoy estudiando el “Especialista universitario en coaching y educación emocional para la excelencia educativa”. Por tanto, con esta formación creo que queda clara mi tendencia en el ámbito educativo, ¿verdad?
Sí, desde luego no dejas lugar a dudas. Es necesario un cambio de rol del profesor, que ya no debe ser un mero transmisor de conocimientos, puesto que en nuestra era los contenidos están al alcance de los alumnos por diferentes vías. El nuevo educador ha de ser capaz de crear las condiciones necesarias para aprender y crecer.¿Crees que es posible trabajar las emociones de los niños desde el aula?
No sólo creo que es posible, sino que lo considero totalmente necesario. Si la misión de la escuela es formar íntegramente a personas, no podemos obviar un aspecto tan esencial del ser humano. Actualmente disponemos de muchas herramientas y recursos para abordar la educación emocional, y no podemos privar a los niños de trabajar las diferentes competencias emocionales, que son, según el modelo de Bisquerra, la conciencia emocional, la autorregulación emocional, la autogestión, la competencia social y las habilidades de vida y bienestar. Además, el profesor ha de ser capaz de transformar el aula en un lugar que sepa poner las emociones al servicio del aprendizaje, despertando la curiosidad y la ilusión, mejorando la atención y la memoria. Los últimos avances en neurociencia lo dejan claro: sólo puede ser verdaderamente aprendido aquello que llama la atención y genera emoción.
¿Qué puede aportar la música al mundo emocional de los niños?
La relación entre música y emociones es indiscutible. La música, desde tiempos antiguos, ha venido mostrando su gran capacidad para incidir en la vida de una persona, afectando de una manera agradable o desagradable en sus emociones, interviniendo en la mente, cuerpo y espíritu. Al conocerse los mecanismos de acción de la música sobre la respuesta emotiva de un individuo, puede utilizarse como una herramienta positiva para el beneficio de las personas, empleando la música como objeto de intervención que permita la estimulación de procesos cognitivos, la mejora de estados emocionales, el tratamiento de problemas psíquicos, la intervención sobre la autoestima, entre otros, con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas y grupos. La música ha sido muchas veces definida como el lenguaje de las emociones, por su estrecha relación con las mismas. Resulta un elemento facilitador de la comunicación y la expresión, siendo especialmente significativos sus efectos en personas con alteraciones comunicativas. Nos ayuda en la comunicación y expresión de estados emocionales, en la promoción de la expresión de emociones profundas, en la modificación del estado de ánimo y en la evocación de emociones y sentimientos vinculados a situaciones. La música también tiene un gran componente social y se encarga de la sincronización del estado de ánimo, favoreciendo la preparación de las actividades colectivas, la música es un medio de empatía por excelencia.
¿Nos hablarías del “Proyecto Cuéntame un cuento”?
El Proyecto Cuéntame un cuento surgió, principalmente, como una actividad de animación a la lectura, para despertar el gusto por la literatura infantil dentro del aula. Era una forma de motivar a mis alumnos hacia la lectura justo en el momento en que estaban empezando a leer. Además de contar cuentos y trabajarlos en clase periódicamente, realizamos videocuentos, que ellos mismos narran, con lo que trabajamos la entonación y la exposición ante los compañeros, ¡y por supuesto, les encanta hacerlos y verlos!. Así mismo, cuanto más trabajo cuentos en el aula, más consciente soy de su gran potencial para abordar múltiples aspectos. Actualmente, por falta de tiempo y sobre todo porque últimamente trabajo muchos cuentos no ilustrados, he bajado mucho el ritmo de elaboración de videocuentos. Sin embargo, los cuentos siguen siendo un elemento importante en mi aula, una potente herramienta que utilizamos habitualmente en nuestro día a día.
¿Nos puedes explicar cómo incorporas la música al trabajo emocional que realizas desde el aula?
A través del Proyecto Emocionario musical que he llevado a cabo en el aula. Para ello, he utilizado como punto de partida el libro Emocionario. Aprovechando la estrecha relación existente entre música y emociones que he comentado anteriormente, asocié un fragmento musical a cada una de las 42 emociones, para ayudar a mis alumnos a identificar cada emoción y conectar con ella. Las selección de estas piezas la realicé atendiendo a diferentes parámetros musicales como el ritmo, la melodía, la armonía, el tono, la tonalidad, el volumen y el silencio. En el proyecto defino claramente la estructura a seguir en cada una de las sesiones, cómo trabajar con la música, con las ilustraciones que proporciona el libro, con las experiencias que aportan los alumnos… aunque se pueden ampliar recursos en función de las preferencias del profesor y de las características del grupo. Algunos de estos otros recursos serían, por ejemplo, el libro Cuentos para sentir u otros cuentos con los que podamos trabajar diferentes emociones, supuestas situaciones que inventemos y tengamos que analizar y/o resolver, cortos y vídeos… Las posibilidades son infinitas, y la riqueza de lo que se obtiene con este trabajo en el aula, ¡es indescriptible!. Hasta que no lo vivencias, no te haces una idea. Igualmente, utilizo la música en el aula con diferentes fines: aprender conceptos, crear diferentes climas en el aula, fomentar la cohesión social ¡y cambiar el estado de ánimo! En alguna ocasión, cuando llevamos mucho tiempo en clase concentrados, les noto “de bajón” y todavía queda una clase por delante, he puesto una canción animada y nos hemos puesto a bailar. Eso nos activa, nos despeja, nos desinhibe, da respuesta a la necesidad de movimiento de los niños y nos recarga las pilas para un último estirón en clase. Otra actividad preciosa que realizamos con música a final del curso pasado, fue la grabación del videoclip Sonrisa. Analizamos la letra, cada alumno asumió un rol y escogió qué frase quería protagonizar, cómo la interpretaría y hasta qué imagen colocaría tras él con el efecto chroma… decidimos todos juntos qué coreografías realizaríamos en los fragmentos en los que participaban colectivamente… ¡y lo pasamos en grande!
¡Qué maravilla Elena! Tus alumnos tienen que estar encantados. ¿Crees que se valora lo suficiente el mundo emocional de los niños?
Pues, afortunadamente, se valora cada vez más. Sin embargo, aún queda mucho por avanzar. Todavía es muy común escuchar a un adulto decir a un niño que está llorando, por el motivo que sea: “No llores, no pasa nada”, o “No debes estar triste”. Entiendo que detrás de ello no hay más que un intento de aliviar al niño, pero no es el camino correcto, puesto que el niño aprende a reprimir sus emociones. Lo mismo ocurre con la ira, el miedo y con todas aquellas emociones y sentimientos que consideramos negativos: “No debes enfadarte”, “No tengas miedo”… Sin embargo, ya es de sobra conocido que no hay emociones buenas ni malas, no son más que reacciones automáticas a ciertos estímulos. Lo que debemos enseñar a los niños es a gestionar, no a controlar esas emociones de manera adecuada. Y a entender que el sentimiento es el resultado de la emoción más el pensamiento. Desde esa perspectiva, y teniendo en cuenta que sí podemos controlar y cambiar nuestros pensamientos, pasamos a ser dueños de cómo nos sentimos. Ante una misma emoción primaria, se pueden desatar sentimientos tan diversos como personas y pensamientos existen, que variarán en función de la respuesta racional que le damos, de nuestra interpretación, percepción, experiencias… Al final, todo se reduce a una cuestión de actitud. Desde luego, a mí me hubiera resultado muy útil conocer esto desde niña, entender de manera natural cómo se dan estos procesos. Me hubiera ahorrado más de un disgusto. Y aunque nunca es tarde para aprenderlo, me parece más lógico dotar a los niños de toda esta información y herramientas.
Totalmente de acuerdo Elena, el poder ofrecer esta posibilidad a los niños, es algo que les enriquecerá toda la vida. ¿Cómo entiendes la relación familia-escuela?
Desde mi punto de vista, sólo hay una forma de entenderla: familia y escuela son un equipo. La relación debe ser fluida, y uno de los principales objetivos que perseguía al crear el blog, era implicar a las familias en el ámbito escolar de sus hijos, acercarlos a nuestro día a día en el aula, favorecer la comunicación padres-alumnos-maestra en cualquiera de sus direcciones, hacer sentir a los alumnos que son los auténticos protagonistas de su proceso de aprendizaje, y que tanto maestros como familia estamos ahí para acompañarles y dar valor a ese proceso. Es probable que en algunas ocasiones, los maestros y las familias tengamos puntos de vista diferentes, pero si no juzgamos, que desgraciadamente resulta muy fácil hacerlo y debemos ser conscientes de ello, si hay respeto, comprensión, y no se pierde de vista que todos caminamos en la misma dirección, acompañando al niño, no tiene que suponer ningún problema. Es importante no olvidar que todos perseguimos el mismo objetivo: el desarrollo integral del alumno y, por supuesto, su bienestar y felicidad.
¿Hay alguna cosa que creas que los niños no deberían dejar de hacer?
Sin duda, jugar. Es fundamental para su desarrollo. Y a través del juego, aprender, desarrollar sus habilidades sociales, su empatía, su creatividad, su imaginación… no hay límites. Y, por supuesto, para soñar.
Elena, como musicoterapeuta, ¿una canción que nos puedas recomendar para despertar y otra para acostar a nuestros hijos?
Pues no podría decirte, porque la música está estrechamente vinculada con nuestras emociones y con nuestras vivencias y experiencias. Además de que cada cultura tiene su tipo de música y se le otorga un significado diferente. Por tanto, en cada familia será ideal un tipo de música u otro. En mi familia, por ejemplo, mis hijos han tenido cada uno un cd personalizado con canciones de cuna, y aunque no lo empleaba específicamente para dormir, sí lo ponía cada día, cuando eran bebés, en la última toma de pecho, mientras les cantaba. Me gustaba diferenciar esa toma de las del resto del día, para ayudarles a que poco a poco fueran distinguiendo el día de la noche. Me recogía en la habitación, apagaba las luces y disfrutábamos de ese momento tan íntimo y especial, sólo para los dos. Hoy por hoy, mi hijo pequeño, que tiene 4 años, todavía disfruta de esas canciones. No las escuchamos cada día, ni mucho menos, pero el cd continúa al lado de su cama, y de vez en cuando nos encanta ponerlo, mientras le canto y le arropo. Son momentos de mimo que le relajan mucho, y casi siempre se duerme, ya que la música es muy suave y dulce, pero sobre todo por su propia historia con esas melodías. En cambio, por las mañanas, si pongo música, es alegre y enérgica. En este caso, no suelo pensar en ellos sino en mis propias preferencias. Pongo música de los años 80 y 90 o alguna lista de spotify con canciones actuales y animadas, de esas que te invitan a cantar y a bailar. Pero vamos, que a ellos ya les va bien. No tardan en aparecer en el cuarto para bailar o saltar al ritmo de la música. Así que mi consejo sería seleccionar aquellas canciones o piezas musicales que encajen en cada familia, ya sea por la historia asociada a ella o simplemente por sus gustos y preferencias. Lo que sí conviene tener en cuenta son las propias características de la música, que nos ayudarán a relajarnos o, por el contrario, a activarnos: por la noche, música más suave y armoniosa, con ritmo más lento y monótono, sonidos graves, poca variación melódica y, por supuesto, a menor volumen; y por la mañana, música en tonalidades mayores, con ritmo más rápido y variado, con sonidos más agudos, marcada variación melódica, y a mayor volumen, siempre, claro, dentro de unos límites para que no resulte estridente o irritante.
Y para finalizar, el momento más emocional de la semana para ti es…
Tengo muchos momentos muy emocionales a lo largo de la semana: cuando recojo a mis hijos en el colegio. Cuando el pequeño se abalanza sobre mí no tiene precio, cuando en clase se crean mágicamente miradas de complicidad con mis alumnos, o alguno me da un abrazo espontáneamente, cuando arropo a mis hijos al irse a dormir, cuando el fin de semana puedo retozar un rato extra entre las sábanas, muchas veces con las risas y juegos los 4 juntos, cuando me dicen que me quieren, me besan o me abrazan… ¡hasta cuando disfruto de una taza de café con leche sin prisas! He aprendido a disfrutar y deleitarme en muchos momentos a lo largo del día. Aunque los más emocionales suelen estar relacionados con el amor, que es mi motor, en cualquier ámbito de mi vida: familia, trabajo, amigos… y hacia mí misma. ¡Hay que poner amor y pasión en todo lo que se hace!
Elena, muchísimas gracias por dedicarnos tu tiempo y por transmitirnos el modo en que cuidas cada día el estado emocional de tus alumnos y cómo les ayudas a reconocer, entender y gestionar sus emociones. Un abrazo y hasta la próxima.
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7 comentarios
Interesantísima entrevista!! En nuestro caso ha sido muy importante todo lo que se comenta; el papel de la maestra en la gestión de emociones de mi hijo con la mala adaptación que está teniendo y el papel de la música tanto en casa como en el aula.
Hola Carol!!
La labor del profesorado es esencial para que los niños se sientan recogidos y entendidos en los primeros días de adaptación, pero va más allá, porque pueden marcar la diferencia entre una escolarización feliz y una que no lo es.
Elena nos da una buena muestra de cómo se pueden cuidar las emociones desde el aula. Un abrazo y gracias por tu visita!!
Me gustan mucho este tipo de entradas, conocemosa personas interesantes que nos aportan más información en otros campos de la educación emocional.un saludo
Hola Marta!!
De eso se trata, de enriquecernos con personas interesantes que tienen mucho que aportar. Un abrazo y gracias por tu comentario!!
Hola Izaskun.
Sólo decirte que ha sido un placer conocerte y realizar esta entrevista.
¡Un abrazo!
Hola Elena!!
El placer ha sido mío!! Muchísimas gracias por ser tan generosa en tus palabras, un abrazo!!