¿Tu hijo quita cosas a otros y te gustaría solucionarlo? Esto es para ti.


Hijo, no lances el balón tan fuerte.

A ver, que te he dicho que no lances el balón tan fuerte.

¡Bueno! Si vuelves a lanzar el balón así de fuerte te lo quito.

 

Cuando se trata de educar a nuestros hijos en el “sistema de propiedad”, lo tenemos claro y recurrimos con facilidad a frases como “no le quites el balón al niño” o “no hay que quitar las cosas”. Pero cuando se trata de nosotros mismos, no siempre lo tenemos tan claro y puede ocurrir que ante una situación que no sabemos resolver de otro modo recurramos a una amenaza como “si vuelves a lanzar el balón te lo quito”.

¿Contención o abuso?

La contención siempre es verbal. Si pasamos a la acción y pretendemos resolver el problema quitando algo a un niño, es posible que hayamos “solucionado” el primer impacto. Pero no sin daño emocional.

Quitar nunca es una palabra positiva. No es un acto que ayude y que estreche lazos, si no más bien algo que implícitamente “esconde” un abuso de fuerza o de poder. Quitar no es necesario. Quitar agrede. A nadie le gusta que le quiten. Si pretendes ser congruente y educarle en el “no se quita” empieza a enseñarle que hay alternativas para llegar al mismo sitio. Empieza a enseñarle que las amenazas no son el camino.

Eres lo más importante para tu hijo, y tus acciones la mayoría de las veces, hablan más que tus palabras. Si pretendes enseñar a un hijo que quitar no es una manera adecuada de relacionarse, muéstrale que quitar no tiene cabida ni en casa, ni en la calle, ni con niños, ni con adultos.

Si quitar no es correcto… ¿Cómo lo soluciono?

1- Anticípate antes de pasar a la acción

Explícale porqué lo que está haciendo no está bien. Le facilitará entender la norma y el motivo por el que debe obedecer. Hacer caso “porque yo lo digo” o por un “capricho” es impositivo. Hacer caso porque me explican un motivo -me guste o no- ayuda. Prueba a sustituir “no lances el balón tan fuerte” por “lanza el balón más suave para que no de tanto golpe al caer”.

2- Utiliza un lenguaje positivo

Céntrate en la conducta que deseas lograr y no tanto en la que quieres evitar. Sustituye el “no” por el “si”. Evita frases como “no lances el balón tan fuerte”, que ayuda a “fijar” lo que queremos evitar y reemplázalas por “seguro que puedes lanzar el balón más suave para que no de tanto golpe al caer”. Le estarás dando seguridad y confianza.

3- Muéstra el camino a seguir

Decirle lo que no debe hacer puede enviarle un mensaje erróneo de que debe finalizar el juego. Los niños no siempre descodifican las palabras como pensamos. Un niño al que se le dice que no lance tan fuerte el balón, puede entender que el juego que está haciendo no es correcto y que debe finalizarlo.

Dejar de jugar duele y frustra. No causemos dolor innecesario, no es sano para la inteligencia emocional del niño. Es preferible que entienda que no puede seguir jugando de ese modo pero que tiene la alternativa de jugar más suave. Es una forma de mostrarle lo que esperamos de él y de trazarle el camino a seguir.

4- “Tóca” su corazón

Recuerda que le estás pidiendo algo. No hables desde el impulso o la rabia. Regula tus propias emociones ante su conducta. Háblale con cariño, se amable, refuerzale. Siempre es más fácil atender ante un tono suave y afectuoso de forma cordial y complaciente que pretender una respuesta regulada ante un tono imperativo. Dile que sabes que hará lo correcto porque es responsable, confías en él y sabes que lo hará bien. Utiliza el “por favor”. Sustituye “¡no lances el balón tan fuerte!” por “cariño, ya sé que tienes mucha fuerza pero, seguro que puedes lanzar el balón más suave. Con lo responsable que eres y lo bien que haces las cosas si además te lo pido por favor… efecto inmediato, ¿a que si?”

5- No camufles una amenaza de aviso

¿Me estás amenazando? No, sólo te aviso. ¡Pues qué aviso más amenazante! Evita afirmaciones como “si vuelves a lanzar el balón así de fuerte te lo quito” y hazle partícipe de la solución. Propón alternativas para que sienta que puede elegir… “si no consigues lanzar un poco más suave tendremos que pensar otro juego, ¿qué te parece? ¿Crees que podrás lanzar más suave o prefieres jugar a otra cosa?”

6- Sustituye a palabra “quitar” por “guardar” o “retirar”

Estarás educando con respeto. Te quito el balón suena a provocación de conflicto, a agresión, a abuso, a “porque yo lo digo”. Suena a “yo a ti”, a no cuidar la inteligencia emocional. En cambio, invitar a guardar o retirar es más cercano, más amigable y menos invasivo. Más entre los dos.”¿Me ayudas a guardar el balón?”, “Es el momento de guardar el balón”.

7- Felicítale

Agradécele el cambio de actitud y dale la enhorabuena por haber hecho lo correcto. Le hará sentirse bien y le dará “vitaminas emocionales” para una próxima vez.

 

 

 

 

 

 

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