Llegan las vacaciones… Y ahora ¿qué?


¡Mamá mamá! ¡Ya estoy de vacaciones! ¡Ya no tengo que hacer nada hasta el curso que viene!

Empiezan las vacaciones escolares, y también el momento en que en los hogares, nos empezamos a plantear… que más de dos meses sin cole dan para mucho. O para poco, según se mire, porque hay tantas formas de situarse y de entender los planes de verano, la gestión del tiempo, los horarios, los refuerzos escolares, el lugar de las vacaciones… que hay quien en julio está deseando que empiece el curso, y quien en septiembre sigue pensando que las vacaciones… han sido cortas.

¿Cómo cuido la inteligencia emocional de mi hijo en las vacaciones de verano?

Pasar tiempo con nuestro hijo, es uno de los mayores regalos que le podemos hacer, siempre y cuando disfrutemos de los momentos que le dedicamos. Es preferible estar poco tiempo con él, pero que sea de calidad, de entendimiento y respeto mutuo, que pasar largos ratos junto a él pero no prestándole la atención que merece y con una saturación palpable, que el niño no tardará en percibir recibiendo el mensaje de “mi madre no me quiere”, “mi madre no quiere jugar conmigo” o “mi madre no se lo pasa bien conmigo”.

Hacerle partícipe de los planes a realizar así como de la elección del destino vacacional, será una forma de hacerle sentir que su opinión cuenta y de que se involucre y se implique en las actividades familiares, especialmente si tenemos un hijo adolescente. Como norma tendemos a rechazar lo que es impuesto, por lo que preguntar y dialogar con nuestro hijo para conocer sus gustos y preferencias será una forma de asegurarnos unas vacaciones de disfrute en las que evidentemente el consenso es importante para que toda la familia esté a gusto.

Elegir un hotel de montaña si nuestro hijo está deseando ir a la playa, o decidir ir de crucero si sabemos que se marea, puede derivar en unas vacaciones poco entrañables para todos. A veces es más sensato intentar llegar a acuerdos previos en los que toda la familia participe y se puedan anticipar y solucionar posibles roces, garantizando así una buena predisposición para el momento más esperado del año: las vacaciones familiares.

En caso de que decidamos apuntarle a alguna actividad de ocio, siempre es preferible pedirle opinión, pues va a ser él quien la va a realizar, y justificar nuestra decisión con argumentos similares a “le apunto porque tiene que hacer deporte” no ayudan a cuidar el bienestar emocional del niño, si es algo que no quiere hacer y va a ir por obligación.

Todas las personas tenemos nuestras preferencias por lo que darle la posibilidad de elegir entre varias opciones que hayamos pensado previamente para que sea él quien preseleccione entre las posibilidades que le planteamos, nos va a facilitar la tarea diaria porque va a estar más feliz, que es de lo que se trata. No hay que olvidar, que es su periodo vacacional y que aunque es preciso que siga respetando límites y normas, hay cosas que no solo puede elegir, si no que es muy recomendable que lo haga. Es importante que aprenda a tomar decisiones y que asuma las consecuencias de estas.

Una forma de plantearlo, podría ser: “Este mes hay varias actividades que podrías hacer. Hay pesca, ajedrez, piragüismo, hípica, tenis, inglés y natación. A ti ¿qué es lo que más te apetecería hacer? Podríamos mirar si hay plazas libres, ¿qué te parece?”. Enviarle el mensaje de “mis padres me escuchan y me tienen en cuenta” siempre es conveniente.

-Horarios en vacaciones

Los niños necesitan la estructura que aportan las rutinas diarias y que permiten que el niño pueda anticipar lo que va a ocurrir sintiéndose seguro por lo que los horarios diarios son importantes. Una pequeña variación en las horas de comida y de sueño respecto al curso académico, puede entenderse y asumirse de forma emocionalmente sana si se mantienen estables a lo largo del verano. vacacionesNo hay que olvidar que la asimilación del aprendizaje tiene lugar durante el sueño y que un niño que no descansa lo suficiente tiende a ser más activo, menos empático, más impulsivo, más agresivo y en definitiva, más irritable y desobediente.

Un niño que durante el curso cena a las 8 y se acuesta a las 9, perfectamente puede retrasar media hora o incluso una hora su horario estival, porque se sobre entiende que estamos de vacaciones y que no hay prisa por madrugar. Sin embargo, un niño también desgasta en verano y no hay estaciones ni meses en los que sea necesario descansar menos que otros.

Los hábitos son necesarios para estar bien, y así como de forma puntual, un niño puede acostarse un día “tarde” porque hemos tenido una celebración familiar, hay una hora y una edad para cada cosa por lo que no es conveniente que el lunes se acueste a las 9, el martes a las 10 y media de la noche, el miércoles a las 9 y media y así sucesivamente. Un niño necesita ritmos, necesita estabilidad y un horario que sin ser estricto le proporcione seguridad emocional.

-Tareas o deberes escolares en vacaciones

Hay mucha controversia “sobrevolando” a la conveniencia de hacer tareas escolares en vacaciones. Probablemente porque cada niño es diferente, y requiere un plan específico teniendo en cuenta su capacidad y su rendimiento. Los tutores escolares, que han valorado la evolución de nuestro hijo, son quienes de forma más acertada van a poder recomendarnos la conveniencia o no de reforzar alguna asignatura en verano en base a las necesidades que el profesorado haya detectado.

Prestar atención a esta indicación sin olvidar que somos sus padres y que en vacaciones no es recomendable que haya malestares y frustraciones relacionadas con actividades escolares, nos servirá para entender que tampoco a nosotros nos gustaría tener que hacer trabajo en vacaciones. Hablar con nuestro hijo y establecer de forma previa una calendarización del contenido con acuerdos, en caso de que así lo hayan recomendado desde el centro escolar, y reservando un mes de “desconexión” en el que el ocio sea el protagonista facilitarán que recupere energía y motivación para empezar con ganas el nuevo curso escolar.

En verano hay tiempo para todo. Se puede motivar a la lectura, y se puede educar en la responsabilidad sin imponer, sin forzar, sin castigar, sin gritar. Se puede ayudar y colaborar en casa, y se puede querer, y empatizar. Se puede entender, que se es niño una vez y que… jugandotambién se aprende.

 

Un niño que juega, es un niño feliz. Déjale aprender jugando.

 

Te podría interesar.

1 comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


*