“Me dices que me quieres y hay días que no lo veo. No lo veo cuando me gritas mamá. No lo veo cuando me dejas fuera. No lo veo cuando me tratas sin respeto, con indiferencia, con desprecio. No lo veo cuando no me aceptas, cuando dices que sí pero no me escuchas. Y si no lo veo, no lo siento. No siento que me quieres.
Sentir que tu madre no te quiere es como crecer sin sonrisas. Con un vacío, con un hueco. Es como ver el monte verde cuando debería estar lleno de flores. Y yo… aprendo contigo. Trato como me enseñas que se debe tratar. Mamá, cambia conmigo por favor. No me hagas estar a la sombra cuando puedo estar al sol.
Me dices que me quieres, pero yo no lo siento. Ayúdame. Explícame cómo puedes querer a quien te saca de quicio porque yo… no lo entiendo. No entiendo que si me quieres, a veces me mires con desprecio. No entiendo que aunque estés enfadada, si me quieres, seas capaz de gritarme o de ignorarme. Eso no puede ser querer mamá. No como yo lo entiendo. Dime que el amor es otra cosa, es… de otra forma Mamá.
¿Tienes que cambiar algo para que sienta que le quieres?
Los padres no dudamos del amor que sentimos por nuestros hijos. Sabemos que es grande, pero no siempre logramos transmitirlo. Hay muchos niños que sienten que sus padres no les quieren y que crecen con ese dolor en su corazón. Pensando que estamos… por estar, porque… es lo que toca.
A veces puede dar esa sensación cuando un niño está haciendo los deberes y “perdemos” la paciencia y respondemos con una rabia en los ojos, en la voz y en el corazón, que casi roza la ira. Puede parecer cuando hemos repetido cinco veces que salgan de la ducha y como no lo hacen, respondemos con una amenaza, con un grito, con un castigo o con un chantaje.
Si sientes que eso es así, que eso está pasando, pide ayuda, pide un relevo, date un respiro. Por ti. Por tu hijo. No permitas que tu hijo haga los deberes con el corazón “roto” pensando que no le quieres.
Los niños viven el aquí y ahora. El futuro lo ven muy lejos porque la visión y el cómo nos situamos en el tiempo, va cambiando con los años. Cada intervención tuya, deja un poso para siempre. Las buenas, las extraordinarias y las regulares. Todas ellas se “gravan” dependiendo de la intensidad con la que se viven.
No es cierto eso de “luego se le olvida”. Lo que duele, lo que preocupa, va contigo. No dejes que llegue la adolescencia para que reúna el valor suficiente para decirte que no le quieres. Habrá pasado demasiado tiempo sufriendo. Pregúntaselo antes. Frena antes. Reconduce antes.
¿Cómo le transmito que le quiero?
– Como tú no le quiere nadie. Díselo cada día.
– Dile todo lo que vale, lo grande que es.
– Déjale equivocarse.
– Acéptale.
– Dedícale tiempo. Juega con él, pinta con él, escúchale.
– Sonríele cada día.
– Mírale a los ojos.
– Hazle cosquillas.
– Baila con él. Salta con él encima de la cama, en un charco… ¡salta con él por la vida!
– Enséñale a descubrir, a ser feliz.
– Transmítele que si se quiere se puede, que nunca se canse de intentarlo.
– Ríñele con cariño, con empatía, con amor.
– Dile las cosas como te gustaría que te las dijeran a ti.
– Háblale de tus emociones, de las suyas. Explícale cómo las gestionas tú.
– Pregúntale qué tal está. Interesate por él, por sus cosas.
– Acaríciale.
– Dale un masaje.
– Deja que te maquille de payaso.
– Come un helado con él, juntos.
– Busca actividades que unan, que acerquen.
Puedes descargar y escuchar la explicación de Izaskun Valencia aqui.
6 comentarios
Esa siempre ha sido una de mis obsesiones, el saber transmitir a mi hijo que le quiero con toda mi alma. Así que desde que nació, o incluso antes, no he hecho otra cosa que hacérselo llegar…se puede hacer de tantas formas!! es tan fácil!!, no entiendo como hay quienes lo dejan pasar.
¡Hola Carol!
Creo que las personas que no lo trasmiten, lo hacen sin ser conscientes, sin darse cuenta. Por eso viene bien recordarlo y tenerlo presente. ¡Un abrazo y gracias por aportar!
Buenos consejos aunque a veces se pierda la paciencia,pues parece fácil pero no lo es y eso que no soy madre aun.
¡Hola!
Ayuda mucho ponerle ganas y seguir intentándolo hasta lograr cambiar los hábitos que nos parece que no trasmiten el cariño por otros que si lo hacen. ¡Un abrazo y gracias por tus palabras!