– Mamá…
– Dime cariño
– Me aburro
El aburrimiento
Cuando una persona no sabe qué hacer o a qué jugar para entretenerse. Cuando no encuentra nada que despierte su interés, puede surgir una sensación de “no disfrute”, de “línea plana” que tiende a ser desagradable. La sensación de “vacío” no siempre se sabe gestionar.
Hay padres que al escuchar a su hijo decir “me aburro”, activan sus alarmas ofreciendo un despliegue de actividades buscando poner solución inmediata al aburrimiento de su hijo.
¿Es malo aburrirse?
Los niños pueden no sentir alegría si se aburren, pero conocer el aburrimiento es necesario para aprender a valorar la actividad, para aprender a valorar el descanso y para saber que el aburrimiento es un mecanismo y tiene un por qué. El aburrimiento despierta la imaginación y potencia la creatividad al tiempo que desarrolla su inteligencia, su capacidad de pensar, de razonar y su agilidad mental. El aburrimiento es funcional si desde niño te explican para qué sirve, si sabes qué hacer con él. Si te enseñan a verlo como algo positivo que sirve para crear, para construir mejor y para saber “parar” cuando se necesita.
¿Por qué me aburro?
Un niño que está cargado de actividades a lo largo del día no tiene tiempo de aburrirse. No tiene tiempo de conocer el aburrimiento ni de saber qué debe hacer con él si algún día se lo encuentra. Por eso no conviene sobrecargar de tareas, porque el cerebro se estresa y no puede “ver” las cosas con la misma claridad. No puede funcionar tan bien como podría.
El cerebro necesita descansar, necesita sus tiempos para “resetear” y seguir funcionando de forma equilibrada. Lo necesita tanto, que si no se le dan espacios de calma… los busca en cuanto puede activando el “mecanismo del aburrimiento”. El cerebro se aburre cuando lo necesita. Se aburre el tiempo que necesita para poder iniciar una actividad positiva.
¿Qué hago si mi hijo se aburre?
Lo más importante es diferenciar el momento del aburrimiento. Si estás en un restaurante con tus amigos en una conversación de adultos en la que tu hijo es el único niño que no entiende de largas sobremesas, es importante que pongas fin a su aburrimiento con tu compañía. Se trata de un aburrimiento por falta de opciones, por “acorralamiento”, por obligación. Habla con él, escúchale, hazle partícipe. El aburrimiento por imposición daña porque te hace no sentirte importante. Te hace sentirte sólo. Y triste. Te hace sentirte no entendido y te enseña que no merece la pena “moverse” porque no puedes crear.
Si tu hijo se aburre en un parque, en el monte o en la playa invítale a sentarse. Anímale a escucharse. Si se aburre en casa, con todos sus recursos disponibles, asegúrate que el aburrimiento no camufla una demanda de atención. Si no es compañía, cariño y comprensión lo que busca, no rellenes sus tiempos. Explícale que su cerebro necesita un descanso para liberar la tensión del día y que cuando lo haga el aburrimiento desaparecerá. Le tranquilizará. Invítale a tumbarse en la cama o en el sofá. No le actives ofreciéndole televisión, móvil u ordenador. Necesita parar. Ponle un poco de música que relaje y tranquilice y en cuanto esté listo, empezará a crear y el aburrimiento desaparecerá.
No le ofrezcas cosas a las que jugar, no le lances propuestas. Déjale descansar y pensar, asegúrate que tenga algo con lo que crear. Una caja vacía, una caja de momentos.
La caja de momentos
La caja de momentos debería ser un indispensable en la vida de un niño. No es una caja para darle cuando se aburre en casa. Es una caja para que tu hijo sepa que está ahí, para que sepa que en la vida tiene opciones y que no todas pasan por ir por el camino andado, si no que puede crear su propio camino. Puede elegir su destino. Puede ir tomando decisiones que le acerquen a lo que le gusta. Puede elegir qué hace con su tiempo libre. Puede hacer muchas cosas. Y es importante que lo sepa no porque se lo dicen, si no porque lo experimenta. Lo que te dicen no se interioriza como lo que vives.
Material para la caja de momentos
Estas son unas sugerencias que puedes completar con otro tipo de cosas que se te ocurran:
Papel de periódico, una revista, un mapa, una tijera, cola, celo, cables, destornillador -o alguna herramienta similar-, tornillos, tacos de madera, anillas, lupa, brújula, papeles de colores, rotuladores, un espejo, madera, una piedra, una piña seca, una foto, un bote con sal, un bote con arena, tela…