Resolver situaciones para aumentar su inteligencia emocional


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Situaciones diarias que aumentarán la inteligencia emocional de tu hijo.

Tu hijo está ayudando a poner la mesa. Se le caen dos vasos al suelo y se rompen

Respuestas que recriminan, que echan en cara y que dañan: “Pufff, ya te he dicho que estabas llevando demasiados vasos”, “Mira que te he dicho que tuvieras cuidado”, “¡Mira lo que has hecho!”, “Este niño me trae por la calle de la amargura”, “¡Me das unos disgustos!”…

Respuesta que enseña, que le hace sentir que lo personal importa más que lo material y que recoge: “¿Estás bien cariño? ¿Qué ha pasado? ¿Te has asustado? Vaya jaleo tenemos ahora, ¿eh? ¿Me ayudas a recogerlo?”.

De este modo, está entendiendo que te preocupas por su salud, que te importan sus emociones y que te interesa su opinión. Esto repercute de forma positiva en su autoestima y en su bienestar emocional. Además te permite explorar en su mundo emocional y ayudarle en la gestión de sus emociones.

El niño se siente recogido y entendido, lo que posibilita que esté receptivo a la reflexión sobre el “destrozo” y que esté abierto a colaborar reparando desde la invitación y la colaboración y no desde la imposición.

Tu hijo rompe un tiesto de un balonazo

Respuestas que recriminan, que echan en cara y que dañan: “Mira que te he dicho veces que no juegues con el balón en casa”, “Mira que te he dicho que tuvieras cuidado”, “Eres un desastre”, “Es que no paras quieto”, “Es que parece que si no rompes algo no estás tranquilo”.

Este tipo de reacciones, responsabilizan al niño de sus acciones “olvidando” hacerlo desde lo constructivo, desde lo positivo. Además envían al niño mensajes negativos que pueden condicionar sus acciones futuras y la manera de situarse ante “el mundo” y de resolver.

Respuesta que enseña, que le hace sentirse querido y que recoge: “¿Estás bien cariño? ¿Has tenido miedo? ¿Estás mejor? Ya hemos visto que jugar con el balón en casa puede no ser el mejor sitio. Qué te parece, ¿recogemos entre los dos todo esto para dejarlo bien?”.

Respondiendo de este modo, el mensaje que recibe el niño es “tú eres el primero, eres lo más importante”. También le hacemos pensar en sus propias emociones, en qué está pensando, en cómo está sintiendo. Esto nos da la posibilidad de validar su mundo emocional y de ofrecerle recursos de gestión emocional. Además invitamos a la reflexión de lo sucedido y damos la importancia que merece a reparar las consecuencias de nuestros actos menos acertados. Educamos niños responsables.

Tu hijo te ha dicho que se ha lavado los dientes y sabes que no es así

Respuestas que dañan, que crean inseguridad, que atemorizan: “Eres un mentiroso”, “Me acabas de mentir a la cara”, “Estoy tan enfadado que te podría partir la cara”, “Me has mentido adrede”…

En la forma de hablar y de expresarnos se detecta el cariño, el enfado, el amor… se detectan las emociones. No es lo mismo decir “Eso no es verdad” que “Eso es mentira”. Como tampoco lo es escuchar “Eres un mentiroso”, que descalifica, daña y agrede la autoestima del niño y su bienestar emocional.

Amenazar con una agresión verbal o “avisar” de que en sucesivas ocasiones se podría llegar a la acción, lo único que pueden hacer es desestabilizar la seguridad del niño por lo que son respuestas a evitar si queremos cuidar al niño y que se haga fuerte.

Respuestas que ayudan: “Cariño, ¿por qué me dices que te has lavado los dientes? ¿Qué te pasa, que no te apetece lavártelos? A veces da un poco de pereza ¿verdad? Si quieres te acompaño. Cuando pase algo así, prefiero que me digas lo que ocurre -para poder buscar una solución juntos- a que digas una mentira. Ya sabes que me disgusto cuando hay alguna mentira. ¿Lo entiendes?”.

Buscar el origen y el motivo de la mentira, es una de las formas sanas de intervención. Esta información, nos permitirá tratar el fondo para buscar una solución específica y acertada. El niño entenderá que la sinceridad se valora, que no está sólo y que hay alternativas a la mentira que pasan por hablar desde la verdad, por pedir ayuda si se necesita, por confiar, por crecer y por superarse día a día.

Le has pedido varias veces a tu hijo que te ayude a poner la mesa y no lo hace

Respuestas que daña su autoestima: “¿Te puedes poner en marcha de una vez?”, “Te he dicho cuatro veces que la pongas y aún estoy esperando”, ¿Me puedes decir que pasa para que no me estés haciendo caso?”, “Que tengo, que sacar la zapatilla para que me obedezcas?”, “Eres un desobediente”…

Si queremos cuidar y nutrir la inteligencia emocional de los niños, debemos eliminar descalificaciones, amenazas, recriminaciones y presiones innecesarias.Todas ellas son nubes borrascosas en días soleados. No pongas niebla donde debe haber luz.

Respuestas que favorecen, que ayudan: “Cariño, ¿te pasa algo? Necesitaría que me ayudes a poner la mesa por favor. La comida casi está lista y si no se va a enfriar. ¿Podrás hacerlo? ¿Puedes ayudarme? Ya sé que estás con algo importante pero necesito que lo dejes para después de comer, ¿vale?”

Pedir “por favor”, ser cordial y ser amable invita a empatizar. Un niño que empatiza, es un niño que entiende y que será capaz de ayudar desde el sentimiento noble y puro. Sin imposiciones. Sin obligación pero con responsabilidad. Un niño que al no obedecer recibe una respuesta de preocupación, es un niño que se da cuenta de la magnitud del problema y que tiene la vía para “abrir” la conciencia, arrepentirse y mejorar.

 

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