En cuanto mi hija ha entrado por la puerta de casa, lo he sabido. Sus ojos estaban rasgados de dolor, y su mirada anticipaba naufragio en ese mar de lágrimas. Tanto, que me traspasaba.
Y yo quieto, incapaz de reaccionar a lo que mi cabeza decía, hasta que ella ha venido corriendo hacia mí y me ha dado un abrazo. El abrazo más grande.
Ella, yo, y nuestro dolor que desgarraba, nuestras lágrimas y nuestros suspiros en el silencio. Y yo pensaba; no te caigas, te voy a sujetar y no te soltaré hasta que estés lista, pero no te caigas. Si lo haces, te ayudaré a levantarte, pero por favor, no te caigas.
Porque me está doliendo tanto verte así, que si te caes, voy contigo. Si sufres tú, sufro contigo. Si te rompes, me rompo contigo. Pero cuando me levante, lo harás conmigo. Juntos. No te voy a dejar, yo no.
¡Pondré un andamio si hace falta!, pero no dudes ni por un momento de lo que vales, aunque haya quien no lo sepa ver. ¡Yo sé lo que vales, y tú lo verás también!, aunque hoy sea “ese día” y empecemos mañana. Porque mañana será otro día.
Cuando alguien a quien quieres te deja, duele. Se sufre, y no hay edad en la que el dolor se sienta menos. Pensar que por el hecho de que nuestros hijos sean jóvenes, les va a importar menos, es un error que no debemos cometer.
Es necesario eliminar frases como: ” ya conocerás a otro”, “chicos hay muchos”, “no es para tanto”, “es normal, aún eres muy joven”, que lo único que harán, es que nuestro hijo no se sienta entendido y respetado en su dolor, lo que le hará sentirse aún más sólo y hundido.
Debemos entender y recoger su dolor, y hacer algo con él. Aprovechar esta situación de vulnerabilidad para acercarnos, ofreciendo una respuesta afectuosa que le ayude, que valide sus emociones y le calme: “se sufre y se pasa mal, pero se supera”, “yo también lo viví”, “estoy aquí para ayudarte”, “te quiero y sé todo lo que vales”, “cuando las lágrimas te dejen abrir los ojos, volverás a ver en colores, aunque ahora no te lo parezca”.
Los apoyos son necesarios para superar una pérdida, y estos pueden venir de la mano de la familia, de los amigos o de ambos. Es importante que entienda que no está sólo y que estemos receptivos para poder sintonizar con su dolor y ser su “bastón de apoyo” en los momentos “bajos” hasta que ya no lo necesite.
Es preciso, que seamos pacientes y demos tiempo para que nuestros hijos curen sus heridas. No hay un plazo específico para ello, pues dependerá de la capacidad de superación y resiliencia, de los apoyos, del modo en que ha tenido lugar la ruptura, así como del tipo de relación.
Se puede ayudar de muchas formas, pero lo que nunca debe faltar son las muestras de afecto, una mano en el hombro, un abrazo, una mirada, una sonrisa, un cuidar de los grandes. De los que duran para siempre y que son necesarios cuando queremos ayudar en una pérdida que causa dolor.
Dedicar nuestro tiempo y nuestro cariño ayudará mucho, pero si percibes que a tu hijo le está afectando tanto que no puede hacer sus actividades cotidianas como lo hacía antes, que no es capaz de incorporarse a sus rutinas, no dudes en ofrecerle ayuda profesional.
Cuando alguien sabe que estás viendo a oscuras y te ayuda, no se olvida nunca. Ocupar ese lugar como padres, es un privilegio que no debemos desaprovechar.
¿Y tú? ¿Cómo le ayudas?
19 comentarios
Lagrimón. Me ha recordado a mi primer amor. Y como me eche a brazon de mi madre… Gracias
Hola Maria!!
Son experiencias que se recuerdan toda la vida. Es necesario que no las tomemos a la ligera y les recojamos de forma adecuada. Un saludo y muchas gracias por tu comentario!!
Todavía recuerdo que mal lo pase con 14 años por mi primer amor y que poco apoyo tuve y comprensión. Tan solo mis amigas estuvieron ahí para ayudarme… Lo tendré en cuenta para cuando mis hijos sean adolescentes
Hola!!
Quizás si hubieras tenido otro apoyo por parte de tus padres, lo recordarías de otra forma. A veces a los adultos,se nos pasa por alto, pensando que son cosas que hay que pasar, pero hay muchos modos de hacerlo, y unos son más saludables que otros.
Me alegra que te sirva la experiencia para tener una buena respuesta en este tema cuando tus hijos lo necesiten. Un abrazo y gracias por tu comentario!!
¡Qué mal se pasa! El post es estupendo, la verdad, y muy acertado. Son pocos los jóvenes hoy en día que pasan toda la vida con su primer amor… ¡con lo que este duele!
Un abrazo
Hola!!
Tienes mucha razón. Por eso es tan importante acompañarles en estos momentos. Un saludo y muchas gracias por tu comentario!!
Que curiosas esas frases cliché que decimos para intentar restar importancia a esa pérdida que, en la cabeza del abandonado, la tiene… Son exactamente las mismas que nos dicen a las que hemos tenido un aborto :/.
Un abrazo
Hola!!
Qué cierto es!! Tendemos a minimizar el dolor de la persona que sufre pensando que así se recuperará antes, y para ello utilizamos este tipo de frases, que lo que hacen es precisamente el efecto contrario, en el que la persona se siente cada vez menos entendida y menos apoyada. Muy bueno el apunte, un abrazo!!
Es cierto, a veces las frases más sencillas son las que menos salen. La gente se deja (nos dejamos) llevar por lo fácil, que es no ponerse en el lugar del otro. Cuando te pones en su lugar, te sale el cariño y la comprensión. Besitos
PD. No sé por qué me han dejado de llegar las notificaciones de tus entradas, me he vuelto a dar de ala a ver…
Hola Oscar!!
Educar con empatía es necesario, porque nos da muchas garantías de que la forma de hacerlo es la correcta. Esto es algo que deberíamos hacer extensivo a la vida adulta, donde las relaciones personales funcionarían de forma más sana y positiva.
Ya me dirás si sigues a través de WordPress o de la NewsLatter, para que pueda mirar si el error es mío y le afecta a más gente. Un abrazo y gracias por tu comentario!!
Mi he intentado de las dos formas y de ninguna de las dos.. Luego lo intento desde WordPress otra vez porque esta mañana me volví a registrar en el boletín y he visto la entrada en Facebook… Besitos
Hola Oscar!!
Para no saturar, el boletín se envía los lunes. Si me sigues por WordPress, cada vez que publico te debería de saltar. Un abrazo!!
Hola!!!! Yo en su día me sentí apoyada y luego he intentado hacerlo lo mejor posible con mis hijos. Con uno de ellos fue más fácil porque fue simple desgaste (con esa edad el desgaste es relativo) y ambos lo asumieron, pero con el otro fue más doloroso y yo lo pasé mal, y aunque también fue cosa de los dos en realidad la decisión principal la tomó la otra persona y yo intenté no posicionarme para no acrecentar odio ni dolor, pero no es fácil.
Lo bueno es que, al menos en mi caso, lo pasaron muy rápido, también es cierto que tener muchos amigos en otros ambientes te ayudan a ver las cosas con perspectiva, si siguen en ese mismo núcleo viendo a la misma persona es peor.
Un besito y me ha gustado mucho, los padres tenemos que acompañar en el proceso.
Hola Marigem!!
Gracias por aportar tu experiencia. Veo que a tus hijos les acompañaste bien, y que coincides en que los padres sufrimos cuando vemos que nuestros hijos lo hacen. Un abrazo y gracias por tu comentario!!
Solemos minimizar los problemas de los jóvenes y es un error como una casa porque precisamente en ese momento se forjan sus personalidades.
El duelo desautorizado de un desamor a la adolescencia puede hacer que se escondan.
Muy buen post para reflexionar.
Hola Carolina!!
Muy buen apunte!! Gracias por pasarte y comentarlo, un abrazo!!
En mi caso: me cuesta ayudar a que no se sienta culpable por querer finalizar una relación de años…que ya no disfruta.
La otra parte no acepta y la culpa es mayor y vuelta a seguir.
No se como ayudar, siento que sufro por los dos.
Hola Devi!!
En la vida hay decisiones que no son fáciles, porque pueden implicar dolor para una tercera persona. Los padres podemos apoyar, pero la decisión final, la deben de tomar ellos, en este caso tu hijo o hija.
Una persona empatica, sintoniza con el sentimiento de sus hijos por lo que acompañar en el proceso, a veces implica ese sufrimiento del que hablas. Un gran abrazo, y gracias por compartir tu experiencia!!