Hoy no sentía ganas de comer… y me mirabas. Me mirabas así, con esa mirada dura, y sin hablar, diciéndome: come todo. Así de duro, así de real. Y yo pensaba: sí, me lo comeré, pero sin ganas, sin disfrutarlo, por hacerte caso, no porque me apetezca.
¿Qué siente mi hijo?
Los padres nos preocupamos, y lo hacemos a menudo. Bien sea porque está enfermo, porque se ha dado un golpe o se ha disgustado, porque no ha comido o no duerme bien, porque llora, porque ha pegado o ha recibido…o sencillamente porque tenemos dudas de si podríamos hacerlo mejor. El caso es que la preocupación va ligada a la paternidad, y en su justa medida no tiene por qué ser mala. Se puede ser más o menos tranquilo, pero todos los que somos padres sabemos lo que se siente.