El peligro de decir “muy bien” a todo


Una tarde de viento sur. Estupenda para pasarla en el parque. Sin embargo, las palabras “muy bien” aún resuenan como un eco por toda la plaza. Porque a cada rato, a cada paso, hay una madre, un padre, o unos abuelos animando a hijos y nietos… “muy bien Carlos”, “lo estás haciendo muy bien Sara”, “has subido muy bien”, “has saltado muy bien”…

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¿Cómo explicamos la muerte?


Ahora mismo, no concibo nada más doloroso que perder a un padre. Puede ser igual de doloroso que ocurra con una madre o con otro familiar cercano, pero hoy lo veo así. Porque a veces las emociones nos tocan hondo, y otras veces, nos llega tanto el sufrimiento de un primo que acaba de ver morir a su padre, que su dolor y su sufrimiento conecta con el nuestro. Y lo sentimos. Y sufrimos con él. Y le abrazamos, sin querer soltarle, para que sepa que aunque las cosas van a ser diferentes, estamos ahí.

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Yo sí puedo, ¡tú no me dejas!


Vamos a imaginar un niño o una niña que ha empezado a andar hace escasos dos meses y llega al parque queriendo hacer un despliegue de habilidades para demostrar las cosas que sabe hacer. Porque es sábado, y es el día en que sus abuelos vienen a verle. Así que el niño está contento porque es el “rey de la fiesta” y todas las atenciones giran en torno a él. Tanto que se siente capaz de experimentar y se dirige hacia las escaleras con la idea de subir al tobogán.

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