Mi hija tiene prisa, sale del cole a las 5. A las 5 y cuarto empieza su clase de inglés. Sé que parece un poco justo, pero esa es la hora de inicio y no la pongo yo. En principio son solo 200 metros de paseo, o ni eso. Pero son 200 metros de cuesta. De una cuesta de esas que si se te cae una moneda va hasta abajo.
Así que tenemos menos de 15 minutos para “Hola qué tal”, merendar y llegar a inglés. Esto hace que me encuentre con situaciones como la de hoy, que “me he visto” alternando “¡Cómete él yogur!” con “¡¿Te puedes dar prisa?!”. Y luego me he sentido fatal…
Quienes tenemos hijos, sabemos lo que es ir “a la carrera”. Sabemos lo que es ir con prisa, y lo complicado que puede llegar a ser presentarse a la hora. Ser puntual. A veces parece que vamos con tiempo, y en el último momento surge la necesidad de ir al baño, de cambiar de ropa porque se ha mojado mientras se lavaba los dientes, o de “negociar” qué juguete va a llevar. Otras veces, vamos justos de tiempo… porque sí.
Tenemos que tener en cuenta que los adultos tenemos la capacidad de meter “el turbo” y reducir los tiempos. Podemos desayunar en 20 minutos pero también en 10. Podemos ducharnos en 10 minutos y también en 5. Podemos vestirnos en 17 pero también en 7. Todo depende de la prisa que tengamos.
Los niños no nacen con esa capacidad. Aún tienen esa parte de inocencia que deben conservar, que les hace disfrutar cada momento, entretenerse con cada cosa y necesitar “5 minutos” extra para peinarse y mirarse al espejo buscando paz, descubriéndose. “5 minutos” extra para pensar, reflexionar y cuestionarse. “5 minutos” extra… para ser niños.
¿Se puede cuidar el bienestar emocional con prisa?
“Las prisas” pueden dejarse “crecer sin control” y derivar en situaciones poco recomendables para el bienestar emocional de los niños. Todas ellas pasan por actuar como si hubiera un peligro inminente, por estresarnos y estresar, por presionar y por dañar con mensajes, con gritos o con malas caras.
Desarrollar la capacidad de detectar que tenemos prisa, es el primer paso para saber que es posible gestionarla de forma adecuada.
¿Cómo gestionar la prisa?
1.- Anticípate
Calcula un tiempo prudencial de margen, que te permitirá gestionar de forma tranquila los imprevistos.
2.- Transmite
Habla con tu hijo de la importancia de llegar a los sitios a la hora. Muéstrale que la puntualidad se valora. Hazle partícipe y responsable de sus rutinas y actividades diarias para que se implique en ellas.
3.-Valora
Identifica el motivo de la prisa y diferencia el grado de urgencia para poder dar una respuesta acorde a la situación.
4.- Música
Elige canciones acordes que acompañen a la velocidad que necesitas. Puedes favorecer la velocidad cantando y bailando una de esas canciones que cada vez van más deprisa. Seguro que así llegáis antes.
5.- Carrera
Abusar de hacer juegos de carreras puede favorecer una competitividad excesiva, pero cuando hay prisa, es un recurso aceptable. También puedes jugar a pillar o “alturitas” mientras vais andando.
6.- Felicítale por el esfuerzo
Dale las gracias por entenderte y ayudarte.
7.-Afecto
El cariño no debe faltar nunca, y en situaciones tensas aún menos. No te olvides de abrazarle y decirle que le quieres.
Activa tu semáforo
Respirar, pensar y actuar siendo congruente con el color, nos facilitará el cuidado del bienestar emocional del niño.
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Rojo
Piensa en color rojo cuando se trate de un riesgo vital como acudir al hospital por un problema serio. Son momentos en los que no siempre podemos pensar con claridad y hay que “escuchar” el impulso de supervivencia.
Este impulso tiende a “salir” en la mayoría de las situaciones de prisa y nos dificulta actuar cuidando. Tenerlo en cuenta, nos permitirá identificar de forma correcta la gravedad y medir la intensidad de nuestra respuesta.
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Naranja
Reserva el color naranja para momentos en los que darse prisa, puede marcar la diferencia entre llegar puntual o llegar tarde. Recuerda que los niños necesitan años para aprender los ritmos adultos y desarrollar la capacidad de hacer las cosas sin “ralentí”.
Ayudarles a no entretenerse cuando se tiene prisa, es la mejor forma de “ganar tiempo”. Sustituye los gritos y las descalificaciones por darle la mano y decirle “Cariño, ayúdame a hacerlo todo muy rápido para que lleguemos a la hora. Es importante”. Recuérdaselo las veces que consideres necesario y no te olvides de tocarle cuando lo hagas. Le hará conectar contigo, con tu preocupación, con tu necesidad.
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Verde
El color verde indica que llegamos tan tarde, que es preferible parar, y tardar 5 minutos más pero vivir en armonía. Un momento “verde”, podría ser habernos despertado una hora tarde porque no ha sonado el despertador.
¿Qué pasa con el yogur?
La mayoría de las prisas, pueden situarse en color naranja. Tener en cuenta que nos pueden provocar rabia pero que no implican riesgo vital, puede posibilitarnos valorar opciones:
– ¿Es preferible que se coma el yogur subiendo la cuesta al compás de algún grito?
– ¿Es mejor que meriende a la salida de inglés?
– ¿Será conveniente hablar con la profesora y decirle que llegará 5 minutos tarde para que pueda subir la cuesta merendando tranquila y que entre a clase receptiva porque se le ha cuidado?
– ¿Y si merienda lo que le da tiempo hasta la hora de empezar la actividad? a su ritmo, lo puede hacer mientras le dé tiempo antes de que empiece la clase.
Anticípate a las situaciones, y crea tu propio “protocolo”. Poner en orden tus prioridades te servirá de ayuda para contener el impulso y te dará ventaja para reflexionar de qué forma cuidas más el bienestar emocional de tu hijo.
6 comentarios
Buenos consejos!! Las prisas no son buenas. Nosotros vivíamos en una burbuja de relax antes de que UNMF empezara el cole. Una vez cambió nuesto ritmo, tuve claro que tenía que hacerlo todo de forma suave. Preferimos levantarnos 5 minutos antes y estar precavida para posibles imprevistos que ir a voces para no llegar tarde.
Lo de la música es genial!!
Hola Carol!!
Como bien dices, cuando hay niños, hay otros ritmos y cuanto antes nos adaptemos y aprendamos pequeñas estrategias para entenderlos y respetarlos será mejor para toda la familia. Un abrazo y gracias por la visita!!
Yo soy de las que prefiero esperar a que me esperen y eso se lo he transmitido a los niños, sobre todo al mayor que es el más consciente. No le gusta llegar tarde, pero aún cuándo vamos tarde le intento “meter prisa” de forma muy cuidadosa. Hace dos días por ejemplo llegamos tarde al cole, la fila ya había entrado pero aun así el beso de despedida es imperdonable, me daba lo mismo que llegase 5 segundos más tarde porque ya llegaba tarde igual y el hecho de no alterar las costumbres creo que es más beneficioso.
¡Hola!
Qué bueno que cuides el bienestar emocional cuando hay prisa. Un ejemplo muy gráfico, ¡me ha gustado mucho! ¡Gracias por aportar!