Mamá, mañana tengo un examen. Y ¿por qué lloras cariño? Porque… porque no sé estudiar. Ni aprenderme las cosas. No sé cómo se hace y mañana no voy a poder contestar bien.
Continuamente llegan demandas de cómo enseñar a estudiar a los hijos. De cómo enseñar a memorizar y de cómo hacer para que lo hagan con autonomía y eficacia. En realidad, no se aprende a estudiar de la noche a la mañana. Ni se aprende a memorizar. Es un proceso. Un proceso largo en la mayoría de los casos. Un proceso que requiere de apoyo, de ayuda, de comprensión y de empatía.
¿Qué hace falta para aprender a estudiar?
1/ Hacen falta ganas, muchas ganas
No se puede enseñar a quien no quiere aprender. Un niño que no tiene motivación por aprender algo, va a requerir de un esfuerzo tan grande para poder hacerlo, que asociará el estudio con algo poco placentero. Esto puede llegar a generar rechazo por lo que forzar a permanecer sentado delante de un libro por imposición y por obligación, es algo que no conviene ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo. Habría que preguntarse si lo que queremos conseguir es que estudie o que aprenda a estudiar. Porque hay una gran diferencia que conviene tener clara. Se puede memorizar por obligación sin haber aprendido a estudiar. Pero no le pidas que le guste y que tenga ganas de repetirlo y de hacerlo con autonomía. Lo que se hace obligado no gusta, se rechaza. Y si la obligación desaparece se deja de hacer.
2/ Motivación
Asocia el aprendizaje con el juego, con lo útil, con lo práctico. Si lo que quieres conseguir es que aprenda a estudiar y que lo haga con ganas, no le fuerces, motívale. No le digas que aprenda las capitales. Juega a los carteros. Dile que necesitas mandar muchas cartas, que su ayuda es importante, y que para que lleguen a su destino, es necesario escribir en el sobre el nombre de las capitales. No le digas que se ponga a estudiar la pirámide alimenticia en el papel. Saca un montón de comida en la encimera de la cocina y recógela con él. Haz montones por grupos y explícale para qué es cada uno de ellos. Eso también es estudiar. Cuéntale por qué es importante distinguirlos. Hazle saber que el contenido en papel no sólo se queda en el papel. Hazle ver para qué sirve.
3/ Emociones
El cerebro necesita estar bien para poder interiorizar y asimilar. Necesita estar tranquilo. No pretendas que estudie una hora sin saber cómo está. Dale 15 minutos de arrope, de sonrisas, de resolver el día, de entenderle, de desahogarse, de ordenar sus emociones y 45 minutos de estudio. Le irá mucho mejor.
4/ Lugar
Siempre se dice que para estudiar hay que buscar un lugar sin distracciones, con buena luz, con buena postura… Y es algo que a muchos niños les funciona y les va bien. Es una buena recomendación para muchos niños. Pero no todos los niños son iguales. ¿Por qué si no todos los niños son iguales tienen que estudiar igual? Los niños pasan muchas horas en el colegio sentados en la misma postura. ¿Qué nos hace pensar que mantenerla va a ayudar? Se puede estudiar sentado en el suelo, por qué no si lo hace. Se puede estudiar en la calle. Por qué no si lo hace. El cerebro no es un compartimento “estanco”. El cerebro está conectado con todo el cuerpo. Si el ambiente y el lugar nos hace estar tensos o sentir incómodos, el cerebro no puede estar en predisposición de estudiar. Déjale elegir un lugar que le atraiga, en el que se sienta cómodo y en el que pase el tiempo de forma agradable, para que asocie el estudio con estímulos positivos. Si tocar la hierba con las manos ayuda, ¿por qué no hacerlo? ¿Por qué no se puede sumar con una tiza en la calle al sol si esto va a hacer que lo haga con una sonrisa? Se puede leer a la sombra de un árbol. Se trata de aprender feliz, de vivir feliz. De entender el estudio como algo que no necesariamente tiene que ser negativo. De estudiar y aprender relajado, lejos de la tensión. Reinvéntate. Dale herramientas buenas para estudiar y querrá hacerlo. Enséñale a estudiar en “cualquier parte” y podrá hacerlo cuándo y cómo quiera.
5/ Material
Los niños son visuales por lo que el material es importante. Todo lo que lleve luz y color, cosas diferentes, les atrae y les motiva. Ver un papel lleno de boli azul, puede distraer más que atraer. Rodéale de color, de cosas que le tengan despierto. No de distractores. Busca folios de colores, rotuladores, pizarra, tizas, pegatinas… y no se los quites. Guárdalos cuando no los necesite. Guardar o recoger siempre es mejor que quitar. Si tiene que aprender los ríos, píntaselos. Si tiene que aprender los montes, dibújaselos. Todo lo que se pueda acompañar con dibujo, se debe acompañar con dibujo. Es la forma de facilitar la tarea, de ayudar y de favorecer el aprendizaje. Si está estudiando los mamíferos y al lado le dibujas unos cuantos, seguro que se acuerda de los mamíferos que ha dibujado su madre.
6/ Esquemas
Enséñale a hacer esquemas. No se puede aprender bien sin esquematizar. Un niño que sabe hacer esquemas, sabe entender de otra manera, sabe interiorizar, sabe asimilar, sabe digerir. Ayúdale con los primeros, y siempre que lo precise. Es posible que te cueste más de un curso pero merece la pena porque es una técnica que le acompañará toda su vida académica. Empieza haciéndolos tú e incorpora sus aportaciones poco a poco. Vete delegando en él y llegará el día en que esquematice sólo. Hazle ver que te lo tomas en serio, y lo tomará en serio.
7/ Subrayar
Ayúdale a subrayar y a marcar las palabras más importantes, las que no pueden faltar. Dale la seguridad que necesita para hacerlo bien e irá adquiriendo autonomía para hacerlo sólo.
8/ Repeticiones
Lee en voz alta con él entendiendo, y cuando lo haya hecho, explícale que es importante leer y releer entendiendo, pero también “cantando” en voz alta lo que ha leído. Es la forma más sencilla de fijarlo. La repetición ayuda y aunque puede no ser atractivo, se puede ayudar poniendo juguetes a modo de “oyentes” de forma que juegue a que es el profesor y les está explicando la materia.
9/ Autonomía
No todos los niños son igual de autónomos a la hora de estudiar. El nivel de autonomía va directamente relacionado con el contenido, con la capacidad cognitiva en la materia, con la seguridad, con la autoestima, con el cansancio, con el descanso, con la alimentación, con el tipo de inteligencia, con la inteligencia emocional y con la capacidad de atención y concentración. Son tantas las variables que influyen, que no hay dos niños iguales. Los padres conocemos a los hijos y sabemos si pueden hacerlo solos o no. Si consideras que aún no puede hacerlo sólo, no te alejes mientras le pides que lo haga. Espera a que esté preparado y a que se sienta seguro de que puede hacerlo. No le pidas que haga lo que sabes que no puede hacer. No retires el bastón antes de tiempo para que se caiga pero no hagas nada que pueda hacer él. Demuéstrale que te importa y que si lo necesita puedes ayudarle a entender, a explicar, a esquematizar, pero no a resolver. La ejecución debe ser para él. Es su responsabilidad.
10/ Refuerzo
Refuerza sus logros, no sólo los que tienen que ver con las notas, si no también con la actitud. Hazle ver que te ilusiona y te pone contenta ver que aprende cómo se estudia, cómo se entienden las cosas. Cuéntale que confías en él y que sabes que lo puede hacer. Repercutirá de forma positiva en su autoestima.
11/ Calma
Recuerda que tú también has sido niña y que hay cosas más divertidas que estudiar. No seas dura con tus palabras ni con tus gestos. Se comprensiva y piensa que se puede decir lo mismo acompañando con cariño. Un niño que se estresa porque hay algo que no entiende o que no le apetece hacer y recibe una respuesta contundente, es un niño que se pone en alerta. No se puede estudiar en alerta porque el cerebro se centra en reorganizar y reparar la parte emocional que sufre y deja de atender la parte cognitiva que nos ayuda a entender y memorizar. Para estudiar se necesitan las dos: la función cerebral cognitiva y la emocional. Emociónate y aprenderás. Si ves que hay algo que no está funcionando, hacer un descanso. Pactar un descanso amistoso y de recarga de energía y volver a intentarlo.
12/ Tiempo
El tiempo de estudio extraescolar tiene que tener su inicio y su final. Un niño no puede estar dos horas seguidas tratando de estudiar después de haber estado varias horas en el colegio. Hay veces que el cuerpo no da más de sí. Deberíamos de pensar en unos tiempos máximos, como podrían ser 20 minutos para un niño de 7 años que necesita hacer refuerzo escolar y 40 minutos para uno de 9. A partir de ese tiempo, la calidad deja de ser efectiva.
13/ Cuentos
Si tiene que aprender una historia o memorizar una poesía, adórnala con un cuento. Acordarse de un cuento que ha contado Mamá, es más fácil. No es lo mismo aprender la historia de Cristóbal Colón si esta empieza con “Había una vez…”.
14/ Palabras clave
Si hay alguna palabra que se le “atraganta” y no consigue acordarse, ayúdale a asociarla a alguna que le haga gracia. Por ejemplo, si no consigue recordar la palabra “censo”, asóciala a “ascensor”. Si tiene dificultades para acordarse de la palabra “esdrújula”, dile que se acuerde de la frase “es una brújula” y que cambie la “b” por la “d”. Busca parecidos razonables.
15/ Rutinas
Dedicar un momento concreto del día a realizar labores de estudio, de deberes o de refuerzo escolar, aunque sea la realización de un crucigrama o la lectura de un cuento, favorecen la rutina. Ayuda a que el niño pueda anticipar que es un espacio de tiempo dedicado a este tipo de labores, y posibilitan que pueda anticiparse al momento y predisponerse a estudiar. Incorporar esta rutina desde la primera infancia, con aspectos que le supongan poco esfuerzo y que se adapten a su edad, ayudará a que cuando tenga que realizar tareas que le supongan mayor esfuerzo, tenga interiorizado que ese espacio de tiempo, está reservado para la concentración intelectual.
16/ Música
La música, cuando es suave, cuando lleva melodía y acompaña facilita la concentración, el estudio y la motivación. Si ves que tu hijo no está animado con la tarea, no dudes en recurrir a una melodía que le sostenga y que cree un ambiente positivo de calma y tranquilidad.
17/ Profesor de apoyo
Si consideras que el estudio interfiere en la relación personal con tu hijo y que la condiciona, no lo dudes, acude a un profesor de apoyo. La relación que tienes con tu hijo es más importante. Si crees que la tarea contamina la relación que tienes con tu hijo, delega. Será positivo para tu hijo y positivo para ti.
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6 comentarios
Buenos consejos y buen post 🙂
Algo muy básico para el aprendizaje de nuestros pequeños 🙂
¡Muchísimas gracias por valorarlo!
Excelente post. Gracias por cada consejo, los tomaré muy en cuenta. Saludos
¡Muchísimas gracias por tus palabras Alex! ¡Un saludo!
Estupendisimo artículo, super completo! Totalmente útil! Y aunque son cosas que ya deberíamos saber…a veces se nos olvida y nos desesperamos! Me ha encantado la forma en la que orientas cada consejo.
Enhorabuena y gracias
Muack!
¡Hola Mónica!
Qué alegría que te guste. Muchísimas gracias por ese feedback tan positivo. ¡Un abrazo!