Mamá, no me mires así. Sé que hay muchas cosas que no hago bien pero por favor, no me mires así porque lo noto todo en tus ojos. Noto cuando tus ojos se vuelven duros por la rabia, cuando me dices que lloras porque te pica el ojo y no es así , cuando me miras con decepción, cuando piensas que no podré hacerlo.
Lo noto todo tanto que me traspasa. Porque te conozco mamá, te conozco tanto como tu a mi, aunque sólo sea un niño. Así que no me mires así porque me hace sentir mal. Me hace pensar que no soy lo que esperas, que por mucho que haga, no lo voy a hacer bien y… que ya no me quieres como me querías antes.
Mírame con cariño mamá, porque lo necesito. Necesito la sonrisa en tus ojos para saber que sigues estando conmigo. Aún cuando te enfades, no dejes de mirarme con ternura porque sabré que me riñes desde el cariño, que me sigues queriendo y que puedo contar contigo.
Mírame con ilusión porque sabré que puedo llegar donde quiera. Mírame con agradecimiento, con respeto, con admiración, porque sentiré que valgo la pena y que soy capaz. Mírame con amor mamá… y si te sobra un poco de tiempo…vuelve a mirarme, aunque sólo sea para reír contigo.
Nuestros ojos, transmiten la emoción que sentimos, de una forma tan intensa, que los niños lo pueden percibir con sólo mirarnos un instante. A veces, no nos damos cuenta de la habilidad innata que tienen nuestros hijos para sentir como sentimos nosotros, y para entender que reñir desde la frustración, genera la misma emoción en ellos.
Un niño que “agota” la paciencia de su madre, porque ésta le ha repetido en varias ocasiones que se debe de poner el abrigo para ir a la calle sin resultado, puede derivar en que su madre se sitúe desde la rabia y que su respuesta sea desproporcionada, desencadenando una reprimenda, un castigo, un grito o ponerle el abrigo a la fuerza. Todas ellas, reacciones que probablemente, implicarán un malestar ante esa situación de conflicto.
Estas reacciones, tienden a ocurrir porque nos situamos desde lo “personal” haciendo un planteamiento erróneo desde; “¡me está desobedeciendo a mí, que soy su madre!”. Cuando en realidad, no es algo directo hacia la figura que le está marcando los límites, sino hacia las normas en si, y la necesidad de saber que independientemente de su actuación, su madre le va a querer de forma incondicional.
A veces, necesitan llevarnos a situaciones límite para comprobar nuestro afecto y reafirmar que seguimos con ellos, y que va a seguir siendo así. Cuando sentimos rabia, se genera estrés, y por tanto se produce una liberación de cortisol en el cerebro, generando respuestas más impulsivas y agresivas a modo de defensa.
Hacer esto consciente, simplifica las cosas, porque nos da el argumento necesario para poder respirar, contar desde el diez hasta el uno, coger un poco de distancia bebiendo un vaso de agua si es preciso para pensar una estrategia mejor, y ser capaces de dar una respuesta más adecuada, desde el afecto, y desde “me está retando pero voy a reaccionar bien” o desde “entiendo que está a gusto jugando en casa pero es momento de ponerse el abrigo”.
Reconocer nuestras propias emociones y responder sabiendo gestionarlas y canalizarlas, es algo que se aprende y que requiere de práctica, pero que merece mucho la pena, porque es la mejor manera de mostrar a nuestros hijos una forma de diálogo y de entendimiento desde el respeto. Algo que agradeceremos, especialmente en la adolescencia, y que acompañará a nuestros hijos durante toda la vida. Cuídate para poder cuidar mejor. Mímate, para poder mimar, y respeta para que te respeten.
13 comentarios
Gracias por estas entradas, me hacen reflexionar y aprender mucho.
Un abrazo
Hola Marta!!
Muchísimas gracias a ti Marta, por tus visitas y por tus palabras. Me alegra de que te sirva, un abrazo!!
Ay la paciencia!!! Esa que yo tenía a raudales antes de ser madre que se ha esfumado misteriosamente, pero ahí sigo, en su búsqueda. La verdad es que es el aspecto en el que más trabajo, porque no me gustan los gritos y estoy totalmente de acuerdo con todo lo que expones en el post, pero a veces…es tan difícil!!! Por suerte voy mejorando 😉 Un besito!!
Hola!!
Desde luego fácil no es, pero muchas veces se trata de estrategias adquiridas a lo largo del tiempo por lo que cuanto más se practica, más sencillo resulta. Si estás en ello, lo lograrás. Un abrazo y gracias por pasarte!!
Hola!!!!! La verdad es que es difícil pero yo creo que he perdido la paciencia poquísimas veces, en eso tengo suerte, seguramente me he equivocado mcuho en otras cosas, para compensar,jejeej.
Lo principal es lo que dices, no es que me desobedezcan a mí que soy su madre, simplemente son niños y no es algo personal.
Un besito y me ha gustado mucho leerte.
Hola Marigem!!
Muchísimas gracias por tus palabras y por aportar de nuevo tu experiencia. Un abrazo!!
Qué buen post!!! es verdad que a veces descargamos de forma desproporcionada y desmedida contra ellos en lugar de intentar entenderlos en su manera de actuar. Yo intento superarme cada día en este aspecto.
Hola Carol!!
Quien lo intenta lo consigue, eso seguro!! Tenerlo en cuenta, nos posibilita hacerlo mejor. Un abrazo y gracias por la visita!!
Muchas gracias por todo. Realmente me ha hecho reflexionar y ciertamente es muy positivo para una convivencia familiar. El reforzar su autoestima eliminando los gritos un sustituyéndolos por refuerzos es necesario. Pero que ocurre si yo estoy completamente convencida del método pero mi marido no… En mi caso ocurre de este modo.
Hola Angélica!!
Puedes tratar de concienciarle o de que vea con hechos que el cambio es posible. En cualquier caso, siempre será mejor que sólo sea una de las figuras de referencia la que utilice el grito a que sean las dos. Espero que lo consigas, pues repercutirá de forma positiva en el bienestar de tus hijos y por tanto, de toda la unidad familiar. Un abrazo!!
Hola acabo de descubrir vuestra pagina y me esta siendo de gran ayuda en ver muchas cosas que no hacemos bien con nuestros hijos.Gracias
Hola Maria de los Angeles!!
Muchísimas gracias a ti por acompañarnos y por tener un pensamiento abierto y receptivo, que repercutirá de forma positiva en el bienestar de tus hijos.
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